viernes, 12 de noviembre de 2010

Por qué soy católico

Por qué soy católico

Vaya pregunta, ¿no? Pues en las últimas semanas me ha venido a la cabeza varias veces, a raíz de varios acontecimientos recientes.  La verdad es que no es fácil de responder, ni siquiera de respondérmelo a mí mismo. Resumir en unas pocas líneas algo tan personal es un ejercicio muy difícil.  Mis sentimientos hacia la religión son como mínimo contradictorios: estoy en profundo desacuerdo con algunas doctrinas de la iglesia, pero sin embargo uno de los personajes que más ha influido en mi vida ha sido Jesucristo.   Estoy bautizado, he hecho La Comunión, me he confirmado, y me he casado por la iglesia (y además convencido), pero tengo puntos de vista que la mayoría considerarían escandalosos, incluso sacrílegos, sobre cuestiones clave del cristianismo.  Para mí que María fuera virgen, que Jesucristo fuese hijo único, que no hubiera tenido pareja en toda su vida, ni tampoco descendencia, o incluso que fuera Dios mismo, y que hubiera resucitado, son detalles discutibles, e incluso superfluos.   Entonces, ¿por qué soy católico?
La única respuesta que se me ocurre es bien simple: soy católico porque he nacido en un país católico.  Como casi todos los españoles, he recibido una educación religiosa basada en el catolicismo.  Y como en el resto de materias de estudio, he recibido una educación religiosa bastante mediocre.  No he recibido prácticamente información del resto de religiones, así que no he podido elegir.  Claro, que si hubiera podido elegir, el catolicismo sería una de las últimas (junto con el Islam) que habría escogido.
Me repugna que la postura oficial del Vaticano sobre el uso de anticonceptivos impida a los misioneros repartir condones como arma para luchar contra el avance del Sida.  Me repugna que la estúpida norma del celibato haya creado tantos monstruos, depravados, pederastas, y que no sean capaces de darse cuenta, y eliminarla.
Y lo que más me repugna es que con todas estas cosas, la misma iglesia está alejando a la mayoría de la sociedad del auténtico mensaje de Jesús.  Están perdiendo la oportunidad de que muchos chavales angustiados, que no encuentran respuestas, puedan escuchar lo realmente importante que nos enseñó Jesús.  Unas pocas, sencillas palabras, que te pueden guiar durante toda tu vida, y que pueden sacarte del pozo más hondo:
Dios te ama. Siéntete privilegiado, eres el Hijo de Dios. ¡Cómo no va a querer Dios a su propio hijo! Tan sencillo como eso.  Si lo tienes presente, todo cambia.  Una maravillosa forma de afrontar las cosas de un modo positivo.
Ama a tu prójimo como a ti mismo.  Incluso a tu Enemigo.  Él también es el Hijo de Dios.  Demoledor, si realmente nos acordáramos de estas palabras más a menudo, todo iría bastante mejor.
Pero, ¿quién es capaz de amar a su propio enemigo?  Pues también para eso Jesús tuvo respuesta: cualquiera de nosotros puede.  Él mismo, que era un hombre cualquiera, fue capaz de amar tanto a los demás que dio la vida gratuitamente, ¡la vida, el bien más preciado! para dejarnos el mensaje de que es posible amar al enemigo.
Hay muchas otras cosas que dijo Jesús, que nos pueden servir como guía para ser más felices, y vivir una vida más plena, pero como he dicho antes hay muchas personas, personas de dentro de la Iglesia, que se encargan de que este mensaje no llegue a los que lo necesitan. Dos mil años de manipulaciones, cambios, añadiduras, tergiversaciones, hasta que la Palabra de Cristo tiene tantas cosas encima, que es imposible verla.

Pero a pesar de todo eso, a pesar de todos los reproches que tengo hacia la Iglesia, mis hijas están en un colegio en el que les van a enseñar valores cristianos.  Tengo la esperanza de que algo, aunque sea algo, de ese maravilloso mensaje, les llegue.

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